Un fanfic de Tokyo Babylon por Ariane Kovacevic, AKA Fuu-chan.
Yo contemplo la piedra funeraria y siento un nudo en la garganta. Distantemente me pregunto por la ausencia de lágrimas en mis ojos, y entonces me desentiendo de ello, pues ya sé la verdad. Esta vez, las lágrimas no vendrán. Las lágrimas no me limpiarán ni purificarán. La luz quemante no me va a dejar. Sino que me devorará, hasta... Susurro suavemente: "Yo que creía que era un sueño..." Inclino mi cabeza, reprimo el dolor de agarrarme el pecho, mostrando y gritando un dolor que ningún corazón humano debería sentir. "Un muy mal sueño..." A la distancia, un trueno resuena. Yo cierro los ojos, una parte loca mía deseando que hacer esto deshará la verdad enfrente mío. Acechante. Desnuda. Despiadada. De repente me río, una queja que le viene bien al lugar. No necesitamos cuervos ni urracas. No, para nada. Yo estoy acá. Mi puño derecho golpea salvajemente la lápida, pero no siento nada. Claro que no. Sería muy barato. Y tampoco tengo derecho a huir. Esto es justo. Claro. Yo siento la cálida sangre correr por mis dedos y levanto mi mano, untando mi cara con el líquido espeso. Pintura Una obra de arte. Una máscara. Quizá simplemente soy muy niño, muy pequelo para haber sabido, muy pequeño para tener experiencia, muy pequeño para desconfiar... No. Sonrío fríamente, riendo de mi despreciable intento por hacer mi culpa a un lado. Ya basta de mentir. Ya basta de autocompadecerme. Yo lo sabía. Oh sí... Sólo que no quise creer, me negué a creer con toda mi alma. Yo sólo cerraba los ojos porque me convenía mucho más... Pues me permitía confiar en la falsedad. Pues no quería perderla. No me importaba cómo. Pero el precio que pagué fue alto Yo... Yo no me moví, no reaccioné, no luché. Yo sólo lo miré. Escuché su voz. Dulce y gentil. Helada. Él me explicaba... Palabras que rompieron mi alma y mi corazón. Convirtiéndolas en harapos Su sonrisa se quedó en mi alma. Y claro... Yo sentí. Yo nunca tuve escudos en lo que a él se refería. Ni el más chiquito. ¿Para qué? Él era... Soy un tonto, el peor tonto que jamás existió. "Hermana..." Abro los ojos y vuelvo a mirar la lápida. El sol se va a poner, lo puedo sentir aunque lo cubren las grises nubes. Casi negras. Como si el cielo también se lamentase... Sacudo la cabeza. "Tú quisiste advertirme..." Pero a ella, no la quise oír. Pues entonces, en mi corazón había... Toda mi vida, yo me preocupaba por otros, sufría sus dolores, me entregaba para que ellos se curasen... Y de repente, yo me encontré deseando.... Queriendo... Esperando... Ansiosamente... Al verlo sangrar... Él... Me muerdo el labio con fuerza, sintiendo la sangre. ¡Maldita sea, cuánto me odio por ser así! Odio... El dolor de mi pecho invade salvajemente todo mi cuerpo, cegándome y yo aprieto los dientes, negándome a gritar. No lo haré. Jamás. Nunca más. Yo fui hacia él, confiando. *Eligiendo* confiart. Negando esas pequeñas cosas que ya sabía, cositas que me habrían llevado a la verdad. No, seamos honestos. Cositas que me habrían impedido negar lo que yo sabía muy dentro de mí, donde una vieja sombre oculta conocimientos y recuerdos que niego... Mejor dicho, solía negar. Miro hacia arriba y siento algo que se parece al desdén, llenándome, mezclándose con la furia. Oh, sí, su hechizo de seguro tuvo efecto. Claro... Me dio una excusa conveniente para permitirme olvidar, nada más. Yo soy el único responsable. Yo fui hacia él pues era la primera vez que sentía en mi vida esta emoción floreciendo en mi corazón. Apoderándose suavemente de mi alma Amor... Era tan dulce... Tan inesperado... Tan real... Yo hubiera hecho todo. Dado todo. Todo, excepto esto Le permití herir mi cuerpo. Le permití regocijarse en el dolor de mi alma. Le hubiese permitido matarme. Acceptando que lo que me había él dicho era imposible. Más de lo que yo podía soportar. Yo le había hecho el centro de mi vida y de mi universo. El que le dio significado a todo. Aquel por quien era permitido que soportase todo. El que hacía mi vida tan plena. Tan bella... Supongo que mi negativa lo enfadó de añguna manera, y por ello fue que él... Él decidió realmente herirme. Por ello fue que él... Hizo harapos el velo de mentiras. Destrozó la ilusión en que me escondí. Por eso fue que él resolvió matarme de una vez. Por eso, él esperó. Por eso, él aceptó el sacrificio de mi hermana. La vida de ella... De pronto un rayo rompe el cielo obscurecido. El trueno suena poderosamente. La tormenta ha llegado. Quizás debería agradecerle por lo que hizo. Sí, quizá debería. Él me forzó a aceptar la verdad, y debo agradecerle por ello. Vuelvo a reírme. Gracias a él, soy más fuerte. Ya sé. El amor es una ilusión. En la cual sólo los débiles de corazón creen. Tontos, idiotas y despreciables. . Yo era uno de ellos. Pero ya no más, jamás. El amor es una mentira.. Nunca más seré atrapado. Me levanto mientras empeiza a llover. No hace tanto frío, pero ya es hora de que me marche. Aunque me viene este sitio, yo no pertenezco acá. Aún. Hay algo que debo cumplir primero Miro al cielo y dejo las gotas mojar mi cara, como lágrimas que no puedo derramar. Lágrimas que me niego a derramar. El agua se mezcla con la sangre que pinta mi rostro, y de pronto sonrío. Ya sé el nombre de la máscara que llevo. Es Muerte. Sí, cierto. Me doy vuelta y camino, envolviéndome algo más en esta nueva capa mía. Tal parece que esta visita fue útil. Mis dedos cogen la tela teérea de la capa que acabo de ponerme. Esta nueva capa que esta visita me permitió encontrar. Es muy fría. Tanto, que quema. Permo mientras más me envuelvo en ella, más lejano siento mi dolor. Odio... Abrazo esa emoción. Le doy la bienvenida. Las cosas son mucho más fáciles ahora. Hermana, espérame, ya estaré contigo Espérame, Seishirou-san. Sakurazukamori. Ya voy. Tú yo yo, jugaremos. Y esta vez, yo venceré.
Fin |